Perdón para los hipócrates galopantes

Siempre me hago la misma pregunta. Cómo he podido sobrevivir a una infancia traumática en un orfanato hasta los doce años; que llegara a director general de algunas compañías aéreas y que, a día de hoy, siga manteniéndome en este sector ingrato. Es para ponerse un sobresaliente por haber sobrevivido a todos estos años en un sector que estaba por lo general plagado de infamias y gilipollas.
Deberían instituir una medalla para los que sobreviven a infancias desgraciadas y llegar donde uno ha llegado. Podrían achacar culpas. Pero si he de achacar culpas, habrá de ser con espíritu de perdón. Por lo tanto, perdono a todos los siguientes:
─ A los que después de la muerte del director general de Hispania me obligaron a abandonar la empresa para que unos años más tarde ellos mismo la destruyeran.
─ A los directivos de Air Europa que cuando les dije que tenía una oferta mejor, ninguno movió los labios pidiéndome que me quedara porque todos sin excepción esperaban ocupar mi cargo.
─ A Pedro Pueyo y su gran Oasis Group, por su  arrogancia y desprecio hacia los demás.
─ A los accionistas de Centennial que, en un ataque de estupidez, me dejaron solo y sin medios económicos para seguir adelante. ─ A los directivos de Air Madrid, a los que excepcionalmente debo decir que me hicieron un favor ya que destruyeron la empresa sin mi ayuda.
─ A todos mis grandes amigos que me sugirieron que me fuera a vivir a Canarias para no arrastrarles en mi caída.
─ Por último, a los directores de Futura que destruyeron mi último proyecto en medio de una asquerosa traición.
Les perdono a todos estas hipocresías galopantes. Hasta puedo perdonarme a mí mismo, por mis temores, por mis burradas y estupideces. Ahora creo llegado el momento de reconocerme al menos una virtud: la terquedad, que no tiene tanto glamour como la ambición, el talento, el intelecto o el encanto.
Leyendo al escritor Eduardo Mendoza en uno de sus libros se me reflejó lo que realmente y en general es el sector aéreo y sus gentes: “Propongo que le robemos lo que todavía lleva encima, que le demos por el culo reiteradamente y que luego le cortemos la cabeza como suelen hacer con los viajeros nuestra pérfida raza”. Así pienso y así creo que por lo general es nuestro sector aéreo.

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