El servicio militar, era una obligación, en mi País.
Es una experiencia, que nadie olvida. Unos por que lo pasaron de forma muy divertida, discreta, y otros por que era una verdadera tortura.
Yo fuí un pésimo soldado, más bien diría un desastre.
Cuando me incorporé, lo primero que hice fue recoger mi uniforme militar, tanto el de campaña, como el de calle. Recuerdo que un cabo, con una sonrisa, y mirada no excenta de sorna, nos miraba de arriba a abajo, ya que no hay que olvidar que también te dan gorra. Y sin más te daba la dichosa uniformidad, cuando te la entregaba reía a mandíbula batiente, mostrando que le faltaban algunas piezas dentales.
¡Si no es de tu medida cambialo con un compañero¡
Yo era y sigo siendo un hombre, poco parecido a un “marine”; con lo que encontrar unos pantalones que pudiera utilizar me costó casí llegar a peguntarle al Coronel.
En fin mi paso, como he dicho antes no es digno de mencionar. En el campo de tiro le daba a todo menos al objetivo fijado.
Cuando desmontabamos el fusil de asalto, un Cetme, siempre me sobraban piezas, en fin el famoso e historico fusil Cetme, no merecía unas manos tan desastrosas.
Por fin llego el día de paseo por la ciudad, nos advirtieron los mandos lo importante de que nuestra uniformidad fuera impecable, de lo contrario la policia militar, podría recogernos por alguna calle y enviarnos de nuevo al campamento.
Y así fué y así sucedió. Salí con mis compañeros de paseo. Abandonar el campamento significaba atravesar un camino de piedras tierra y barro.
Como se pueden imaginar el día anterior había llovido, y ese camino complicado se convertía en un campo de minas, gracias a los charcos. Yo metí ambos pies en uno de ellos, anduve por algunas calles paseando mi magnifico uniforme con unos zapatos que al principio eran negros y ahora marrones.
Los mandos del ejercito al frente del campamento de instrucción decidieron ayudarme y consiguieron a duras penas enviarme a sanidad, dónde permanecí asigando a un destacamento militar de la Cruz Roja.
Afortunadamente, a mi me pareció una gran suerte y en parte lo fué porque aprendí a ayudar, curar, trabajar en equipo, y palpar de forma directa los problemas humanos, ayudar en accidentes, en fin fue muy importante para mi moral deteriorada después del campamento.
Recuerdo una ocasion en la que nuestro Teniente, nos ordenó recoger una persona fallecida en el hospital y trasladarla a su domicilio, Tarea improba porque a veces y recuerdo una en particular, que la camilla no podía subir hasta un cuarto piso y sin ascensor. Se nos ocurrió sentar al cadaver en una silla, y subirlo planta a planta, y tomar un respiro en cada rellano. Yo iba detras cogiendo las patas de la silla y el fallecido me miraba, con ojos cerrados yo creo que con temor de que llegaramos a dejarlo caer. En cada rellano que poníamos la silla apoyada en las cuatro patas el cadaver, se inclinaba hacía mi yo le sujetaba poniendole la mano en el pecho, pero seguí teniendo la sensanción de que su movimiento no era más que el de agradecimiento por haber consegido llegar un piso más arriba.
L a Cruz Roja, es un oranismo que merece el máximo respeto, yo solo cuento anecdotas que yo viví. Por otra parte solo me resta agradcerles que hubieran hecho un hueco a un soldado, que en el campamento era más peligroso que “Rambo”. Ellos me enseñaron a curar y a amar al projimo.
Mes: diciembre 2017
EL MEDICO
Franz, era un joven estudiante, educado en un colegio de jesuitas .Pronto su vocación fue hacerse sacerdote, pero la llegada al poder de Hitler, le trunco sus sueños.
Fué alistado forzoso y enviado a Polonia. Por desgracia o fortuna, enfermó de una extraña infección grave en los pies, que le impidieron ir al frente.
Fué traslado a un hospital en Polonia, dónde un médico alemán, pero antagonista a las políticas de Hitler, le fué alargando la estancia en el hospital al joven Franz a causa de sus pies.
Un día conversando con su doctor, este se interesó por sus estudios y su futuro. El al no poder andar, ya que lo hacía en silla de ruedas y como se aburría le pidió al doctor poder acompañarlo en sus visitas a los pacientes. El doctor no tuvo inconveniente y le pareció una buena idea que le acompañara en sus visitas a los enfermos y heridos, por lo menos se mantendría ocupado. Pronto el doctor reconoció que su acompañante en silla de ruedas tenía cada día que pasaba mas interés en la medicina y mostraba ciertas habilidades para la misma, con lo que al final lo animó a que acudiera también a las clases que se daban, en el hospital para formar nuevos médicos.
Franz, no regreso al ejercito ni tuvo que luchar en el frente. Con los años se convirtió en médico. Un gran médico alemán que llego a estar propuesto al Nobel y que el rechazó.
Fe, entusiasmo, amor, lucha, humildad, liderazgo, fe ciega en su cristianismo, fueron unas pocas de las cualidades de esa gran persona, aparte de llegar a ser un gran hombre de la medicina en su País.
No necesitó, que nadie le explicara, lo que signioficaba, liderazgo, ni tuvo que escuchar a Gurus, toda esa parafernalia que necesitamos hoy para poder sobrevivir en una sociedad enferma, de stress, ansiedad, y falta de fé, en nosotros mismos y en los demás. Sociedad que necesita que nos hablen y nos expliquen lo que es obvio. Que nos explique la filosofía, algo que la sociedad ha perdido, porque no lee lo suficiente.
Una sociedad, que necesita a su psicologo, como la aspirina, diariamente, y que dificilmente alcanzará su objetivo final, que no es más que ser felíz en la vida, y por descontado una sociedad, dónde los reconocimientos, no ya del Nobel, sino de la propia sociedad le son esquivos.
Franz, dirigió diferentes hospitales, y para suerte para él y sus colegas y colaboradores, no necesito la ayuda de charlatanes.
Si alguién quiere ver y sentir en su propia alma, lo que es liderazgo, le recomiendo se siente por unas horas en la sala de urgencias de un hospital, y entoces y solo entonces entenderá lo que es o significa, liderazgo, trabajo en equipo, etica, honor, sacrificio, amor a su profesión, en esa área de un hospital, no tienen cabida los Gurús.
TANGO ROMEO
Todas las mañanas me acercaba hasta el pequeño aeródromo situado a escasos kilómetros de la capital, pero esa mañana tenía algo de especial y no podría decir por qué. El día era de un hermoso azul, y el sol empezaba a ascender. Dejé mi coche en el pequeño aparcamiento que había justo al lado del hangar, bueno de los hangares, aunque solo uno estaba abierto, con el fin de enseñar a volar a todo aquel que se acercaba con esa pretensión.
Todos los aviones que había se guardaban en ese hangar hasta que el jefe de pilotos mandaba sacarlos a la pista de estacionamiento y a cada alumno se le asignaba un profesor, y lógicamente el avión en que iba a pilotar ese día, todo se convertía en un ir y venir de personas, mecánicos, profesores y alumnos.
Dentro del hangar había una vieja mesa con varias sillas de madera en una de las cuales yo me sentaba tranquilamente y me consideraba un espectador de excepción viendo cuánto sucedía a mí alrededor.
Los aviones empezaron a producir un ruido ensordecedor, ya que paulatinamente sus pilotos iban poniendo los motores en marcha, era una especie de precalentamiento. De repente los profesores subían a bordo y después de abrocharse los cinturones, cada una de esas aeronaves se iba dirigiendo a la pista de vuelo para poder despegar, lo que hacían uno detrás de otro con un gran orden como si alguien fuera dirigiéndolos desde algún lugar recóndito. Todos escogían la misma pista, antes de salir del aparcamiento todos miraban hacia arriba de una forma mecánica por encima del hangar, donde había una manga como las que se utilizaba antiguamente para hacer café y que indicaban la dirección en que soplaba el viento. La manga era de color rojo y blanco y aquel día estaba hinchada por un viento invisible.
Una vez que todos los aviones estuvieron en el aire, me quedé solo oyendo a lo lejos el murmullo de una frecuencia de radio por el que al parecer todo el mundo hablaba y un joven mecánico les iba contestando en una conversación que yo no entendía, con todos y cada uno de aquellos pájaros que estaban volando en aquel cielo azul que irradiaba algo mágico aquel día.
De repente alguna de aquellas aeronaves empezaron a aterrizar y volver a despegar sin pausa, uno tras otro, era como los viejos espectáculos que se hacían en EEUU en esas exhibiciones que uno solía ver en el cine. Todos se aproximaban con unas maniobras casi perfectas y regresaban de nuevo a su medio que era el cielo.
De pronto se me acercó un hombre que me despertó por un momento de aquel mundo fascinante en el cual yo estaba sumido. Era una persona de gran estatura con unos modales de militar y facciones serias, pero que despertaron mi interés cuando me preguntó que hacía en aquel lugar, si era piloto o estudiante a lo que contesté que no, que simplemente sentía fascinación por lo que estaba viendo, y procuraba verlo siempre que mi trabajo me lo permitía.
¿Le gusta la aviación? ¡No sabría que responderle señor!, dije con toda humildad y con cierto temor ya que era un polizonte allí dentro, ¿Cómo te llamas? Su rostro fue haciéndose cada vez más agradable y empezaba a esbozar una sonrisa, le contesté como me llamaba y que lo que me traía muchos días a aquel lugar era esa fascinación hacia ese mundo que había descubierto cuando tenía doce años.
¿Quieres ser piloto?, claro, le contesté sin vacilar, pero no tengo dinero suficiente para hacer el curso. De nuevo esbozó una sonrisa y me dijo – realmente debe gustarte mucho, ya que hace meses que te veo venir con asiduidad por aquí, de repente me dijo ¿Te gustaría probarlo?, yo lo miré con una cara que creo le demostró mi entusiasmo con la idea, pero de nuevo le repetí que no podía permitírmelo, el hombre se quedó pensativo durante un tiempo y me espetó –Espera un momento, voy a ver si hay algún instructor libre ahora, yo le interrumpí y le dije, francamente no quiero causarle problemas, no sea que venga el gran jefe y estemos en un aprieto los dos y en especial usted, nuevamente me sonrió y me dijo: Yo soy el jefe, soy el Coronel Amaro, y el jefe de esta base, deja que te haga una prueba y luego seguiremos hablando ¿te parece bien? A lo que asentí con la cabeza por que se me habían acabado las palabras por la emoción de lo que aquella persona a la que no conocía me estaba proponiendo.
Desapareció de mi vista y se fue en dirección a una pequeña oficina que había en el interior de aquel enorme hangar donde por cierto todavía dormían algunos aviones. De repente percibí cierto movimiento de los mecánicos y empezaron a mover un avión hacia la plataforma de aparcamiento, y sacaron un avión modelo I-111, una aeronave de escuela que llevaba pintada las letras en su cola EC-BTR. De nuevo apareció el coronel que en esta ocasión iba acompañado de otra persona a la cual me presentó diciéndome: Este es el capitán Blasco, es el jefe de instructores y vas a hacer un vuelo de prueba con él. De repente percibí que no sentía mis piernas y notaba que mi corazón me golpeaba fuertemente en la garganta. El capitán Blasco no esbozó sonrisa alguna simplemente me indicó con la mano vamos súbete al “TANGO ROMEO” y francamente debo decir que me costó seguirle porque como ya he dicho antes me costaba mover mis piernas. Subí al avión y me senté a la izquierda y él utilizó el asiento de mi derecha. De repente empezó de una manera mecánica pero con gran orden a indicarme como había que ponerlo en marcha. De pronto un mecánico se acercó por delante nuestro y le gritó a mi inesperado profesor, “Calzos puestos” y empezó manualmente a dar vueltas a la hélice en sentido contrario a las agujas del reloj, luego gritando de nuevo dijo “Magnetos en On”, y empujó la hélice en el sentido opuesto a como lo había hecho antes. El motor arrancó con ciertos estertores y la hélice empezó a girar, durante unos minutos estuvimos parados con el motor en marcha, hasta que de pronto el capitán grito de nuevo “Calzos fuera”, el mecánico obedeció y cuando se hubo retirado del alcance de nuestro avión, empezamos a movernos suavemente por la pista de hierba hasta la cabecera para despegar. Mi acompañante me indicó que fuera moviendo la palanca de potencia del motor suavemente, esto debe ser todo muy suave y debes mantener el avión centrado con la línea blanca que tienes en medio de la pista. Hice lo que él me dijo, fui dando potencia a aquel pequeño avión y de repente me gritó, cuando alcances los 70 kilómetros, tira suavemente de la palanca que tienes frente a ti y deja que el avión alcance velocidad suficiente para volar, no quieras subir de golpe hazlo nuevamente de forma suave. El avión empezaba a correr por aquella pista y cuando alcancé la velocidad queme dijo tiré muy suavemente la palanca, de pronto, sin poder creerlo estaba en el aire.
El avión ascendió rápido pero de forma paulatina y lógicamente él me ayudaba a conseguirlo, recuerda, me dijo, que el avión está hecho para volar y recuerda siempre que los aviones no se caen los tiran.
El espectáculo era maravilloso, de repente mis piernas tenían movilidad y me sentí como un niño feliz. Aquel instante decisivo marcó para siempre mi vida, me sentí distinto eufórico y tuve tiempo de admirar aquel cielo azul de aquel hermoso día mucho más de cerca. Ese es el recuerdo que todavía hoy perdura en mis pupilas y me juré a mí mismo no abandonar jamás ese mundo donde pude conocer a toda clase de pilotos incluso aquellos que eran poetas o escritores. Ese es un mundo que cuando te acoge en su seno no puedes abandonarlo jamás.
Por cierto, el curso pude pagarlo a pequeños plazos, porque tal vez lo hice bien y tenía el don de volar o simplemente porque aquel Coronel intuía que todo aquello que había vivido en unas horas, sería definitivo para mi vida, ese hombre del cual tuve el honor después de algún tiempo de su amistad, consiguió darle un sentido a mi vida y todo cuanto he hecho en el transporte aéreo, no cabe duda de que en gran parte se lo debo a él, al viejo Coronel.
MECANICO DE AVIACION
La oficina no tenía más de cuarenta metros cuadrados, era la habitación de un antiguo hotel, estaba ubicada a nivel de suelo con lo que podia uno contemplar el jardin que rodeaba el edificio, muy bien cuidado por cierto, y el aparcamiento de los aviones, la pista de vuelo, era lo único que uno podía ver antes de divisar la vegetación del otro lado del valle.
El aeropuerto se hallaba enclavado enntre una pequeña cordillera montañosa.
El día era triste había estado lloviendo desde la madrugada y no había cesado todavía, serían las cinco de la tarde cuando contemplaba sentado desde mi despacho todo cuanto acabo de describir.
Veía uno el ir y venir del personal, de las diferentes compañías aéreas, cada vez que llegaba un avión. En aquella época eran aviones de helices todo estaba planificado era fascinante ver lo que cada uno hacía.
Que mundo este el de la aviación, cuantas personas trabajan o dependen de él, y cuando uno indaga el porque de estar en esta profesión todo el mundo te contesta, que no pueden vivir sin el olor a queroseno.
Ese día había sido complicado para todos, los que trabajamos en nuestra empresa. pues se había averiado el avión que efectuaba los vuelos entre las dos capitales provinciales, llevaba algunos minutos mirando con especial atención a nuestros (TMA) o mecánicos, que estaban en jaque desde altas horas de la madrugada, intentando reparar el avión, bajo esa fina lluvia que llega a calar hasta los huesos y el frio. Recuerdo que hacía un par de horas les había llevado el café y veía como cogian la taza y se calentaban las manos con ella, con el fin de hacer que de alguna manera la sangre les volviera a circular por ellas o mitigar el frio.
Todavía recuerdo aquel viejo slogan que decía: “Solo el avión recibe más atención que Usted”.
Siempre he sentido una profunda admiración y respeto por esas personas que no tienen ningún protagonismo, nunca se les ve alrededor del avión, cuando los clientes suben a bordo.
En algunos aspectos de su profesión hay ciertos paralelismos con la profesión de médico. Ellos no curan, pero arreglas y solucionan las averias de los aviones y hacen posible que algo que no funciona y que debe transportar cientos de personas funcione. Uno se siente tranquilo sabiendo que están detrás del escenario.
Este es un País que suelo reconocer los méritos de las personas cuando ya no están con nosotros, pero debemos reconocer que el crecimiento en el transporte aéreo ha sido increíble, en estos últimos años y el nivel de nuestra aviación no tiene nada que envidiar técnicamente a ninguna de otro pais europeo o americano.
El trabajo de un mecánico de aviación a evolucionado en las últimas décadas, cada vez se trabaja menos en la intemperie y de forma manual, y hemos pasado a la sofisticación técnica, aunque todavía en alguna ocasión se ve uno obligado a trabajan como antaño. Con el desarrollo de los nuevos aviones hoy tienen un trabajo más unido a la informatica que a la llave inglesa, aunque todavía se use.
Quisiera que estas lineas fueran para aquellos que vivieron una época distinta, dónde el nombre era más importante que el número de empleado, pero también para aquellos que ahora empiezan, entran en una profesión apasionante dónde con tesón y cariño a su trabajo harán posible que esas máquinas de hierro, lleguen al rincón más inhospito de la tierra, haciendo posible con ello, que los pueblos estén cada día más unidos y sigan poniendo el corazón en su trabajo, porque como dijo Antoine de Saint Exupery ” Solo se puede ver correctamente con el corazón, lo esencial permanece invisible para el ojo”.
TOMAS CANO´
LOS LIDERES Y EL VALLE DE LA MUERTE
Lider, gran líder, gurus, escuelas de liderazgo, gurus empresariales, hay que escucharles, aquellos que realmente quieran pasar por una tarde, o por unas horas de los más entretenidas, escuchando a hombres, o mujeres henchidas de su propio orgullo. Muchos de estos personajes no digo todos, jamás han dirigido una empresa, pero son expertos en decirles, como triunfar en la vida, tanto social como laboral. Si alguien quiere saber lo que es liderazgo y lo que no lo es en absoluto debería leer, y luego pensar, sobre lo que le ocurrió a la Brigada Ligera. Espero y deseo que les sirva.
Caballeros de postín
Antes de adentrarnos en la batalla conviene que nos detengamos a analizar la personalidad de los mandos británicos que participaron en ella para comprender el porqué de su actuación. En el Royal Army aún se compraban los cargos, lo que suponía que no pocos incompetentes ocuparan puestos que superaban con creces sus habilidades, algo que unido a la falta de experiencia en combate de los elegidos para la campaña, y una red de rencillas familiares entre los mandos de la caballería, era un hándicap demasiado pesado como para que algo no saliese mal.
Lord Cardigan, dandy victoriano y perfecto botarate.
El comandante en jefe del contingente inglés, Lord Ranglan, era un afable anciano de 67 años que jamás había mandado a un solo soldado en el campo de batalla. Su carrera militar había transcurrido a la sombra del mítico Wellington, cuyo solo recuerdo parecía más que suficiente para que aquel hombre fuese designado para encabezar las tropas de la coalición y lidiar con los aliados franceses, cosa que siendo justos realizó con brillantez. Pero su falta de energía y su natural predisposición a no enemistarse con nadie resultaría a la postre fatídica para sus tropas. De los cinco jefes de división de infantería, cuatro tenían más de 60 años, lo cual evidentemente no es sinónimo de ineptitud pero sí que impregnaba al ejército de cierto aroma a lento y pesado dinosaurio. El quinto general, sin embargo, no contaba más que 35 primaveras, pero claro, era el Duque de Cambridge, primo de la Reina.
Qué decir.Media legua, media legua, Media legua ante ellos. Por el valle de la Muerte Cabalgaron los seiscientos. “¡Adelante, Brigada Ligera!” “¡Cargad sobre los cañones!”, dijo. En el valle de la Muerte Cabalgaron los seiscientos. “¡Adelante, Brigada Ligera!” ¿Algún hombre desfallecido? No, aunque los soldados supieran que era un desatino. No estaban allí para replicar. No estaban allí para razonar. No estaban sino para vencer o morir. En el valle de la Muerte cabalgaron los seiscientos. Cañones a su derecha, cañones a su izquierda, cañones ante sí. Descargaron y tronaron. Azotados por balas y metralla, cabalgaron con audacia. Hacia las fauces de la Muerte. Hacia la boca del Infierno cabalgaron los seiscientos. Brillaron sus sables desnudos, destellaron al girar en el aire, para golpear a los artilleros, Cargando contra un ejército que asombró al mundo entero: zambulléndose en el humo de las baterías. Cruzaron las líneas; cosacos y rusos retrocedieron ante el tajo de los sables hechos añicos. Se dispersaron. Entonces regresaron, pero no. No los seiscientos. Cañones a su derecha, cañones a su izquierda. Cañones detrás de sí, descargaron y tronaron; Azotados por balas y metralla, mientras caballo y héroe caían, los que tan bien habían luchado entre las fauces de la Muerte. Volvieron de la boca del Infierno. Todo lo que de ellos quedó, lo que quedó de los seiscientos. ¿Cuándo se marchita su gloria? ¡Oh qué carga tan valiente la suya! Al mundo entero maravillaron. ¡Honrad la carga que hicieron! ¡Honrad a la Brigada Ligera, a los nobles seiscientos!”
Lord Alfred Tennyson*
LOS OJOS
Sentados alrededor de una mesa de estilo inglés; mi amigo Elmar médico ejerciendo en los más inhospitos rincones de la tierra, me comentaba, como en una especie de soliloquio, mirada ausente, cabeza apoyada en sus dos manos. “Cuantos ojos he cerrado en mi vida”. ¡Espero que esos ojos fueran capaces de apagarse con los hermosos momentos vividos, y pudieran brillar de nuevo, con la luz que un día tuvieron al encontrar al “barquero que les esperaba con el fin de atravesar el rio hasta la otra orilla¡ Crees si hay algo más después ?, le pregunté, su cara palideció por unos instantes y no fuí capaz de sostener su mirada, ni tampoco recibí la respuesta que esperaba. ¡Los ojos cuando se cierran permanecen cerrados por siempre¡.
CARPE DIEM
No importa si estamos cerca o lejos permanecer siempre con los corazones juntos, se suele ver más con el corazón que con los ojos
LIMPIEZA DE CONCIENCIA
Sigue sorprendiendo que estás fechas en las que estamos, Navidades, en fin un día un mes al año. Entidades deportivas,asociaciones,gente de la farándula, en fin gente con ganas de hacerse la foto en los medios de comunicación. Limpian su conciencia y acuden a hospitales,o a organizaciones de ayuda social. Para ellos los otros trescientos sesenta y cuatro dias, no existen
Maldita hipocresía. Humanidad perversa, salvo excepciones.
EL AVION
Durante más de treinta años, me he sentido enormemente vinculado a todo lo relacionado con la aviación, por este motivo quisiera dedicarle estas modestas letras a un buen amigo.
Qué hermoso es volar, qué sensaciones tan imborrables se sienten cuando se está allí arriba, uno se da cuenta de lo que realmente somos; minúsculas casas y montañas, y los hombres ni se ven.
El cielo se hace más grande y el sol también.
¡Oh, Dios mío!¡Qué grande es el Universo y qué minúsculos somos nosotros!
¿Por qué cuando uno vuela siente una paz espiritual imborrable?.
Será tal vez, porque se está más cerca de Dios o quizá por sentirse parte importante de ese Universo ilimitado, que despliega ante nuestros asombrados ojos un desfile exuberante de bellas e insospechables imágenes cambiantes… Y en cada vuelo vas afirmándote más en la creencia de este poder creador, capaz de realizar las maravillas que contiene el espacio y que nos deja absortos y asombrados.
Cuando se despega se deja atrás de una manera enormemente agradable la Tierra y sus terribles problemas; los odios, las injusticias, las necedades, y después de haberse sentido sólo en la gran ciudad se encuentra uno por fin a sí mismo; al aire amigo. De repente, casi sin percibirlo, cuando uno retira un poco la palanca de los gases para empezar a escalar vertiginosamente el cielo, se siente acompañado como jamás lo estuvo en otro lugar.
Por esto de alguna manera a ti, mi gran amigo, tú que me acompañas siempre y que jamás me abandonas; y de quién me honro en tener amistad; por todo ello gracias mi buen amigo, porque solo me dejarás si te falla el corazón: ese corazón de hierro, aceite y palas que casi siempre es más sensible que el del hombre. Por ti estas letras, AVIÓN.
TOMAS CANO
LAS ESTRELLAS FUGACES
Era verano, por cierto muy caluroso, dos niños jugaban en el jardín mientras sus madres los llamaban constantemente para cenar, anochecía. Dejaron de jugar y empezaron a contar las estrellas, cada vez podían contar más porque la noche cubría el valle, de pronto empezaron a ver estrellas fugaces, cambiaron su postura y se estiraron entre la hierba que empezaba a estar algo humeda. Miraban entusiasmados a derecha e izquierda habían estrellas fugaces que aparecian con su trazo luminoso de todas partes.
De repente dos estrellas fugaces se posaron a los pies de los niños.
Ellos quedaron paralizados las estrellas se fueron transformando en otros dos niños.
¿Que hacéis aquí ? ; pregunto una de las estrellas. No podian articular palabra, pero ambos se pusieron en pie y el más decidido
empezó a hablarles, ¡contamos las estrellas!¿ y cuantas habeís contado ? ; ¡no se dijo el muchacho ¡. ¿porque no subís a uno de estos árboles tal vez podrías ver más?: ¿no nos deja nuestra madre¡.
El niño más atrevido les dijo ¿Y vosotros porque sois estrellas fugaces?
Uno de ellos le contesto porque nuestra vida en la tierra fue fugaz;
¿que te paso pregunto el más tímido?. Yo era piloto mi nonbre es Antoine un día mi avión cayó al mar siendo yo muy joven, aunque ya había llegado a escribir algún libro, pero tuve que irme muy joven y desde entonces como era piloto sigo volando en forma de estrella fugaz y sigo enseñando al hombre como vivir la vida. ¿Como era tu avión ? pregunto el más decidido; ¡ Era un caza bimotor P-38 Lightning, pero tu no puedes saber de que avión te hablo.
El niño más timido tiraba con su pequeña mano del jersey de su amigo y le dijo¡ preguntale algo a la otra estrella que esta muy callado ¡.
Sin ambagues de ningún tipo le preguntó a la segunda estrella¿ y tu también abandonaste este mundo y tu paso fué muy fugaz?
Tardó unos minutos en contestar solo los miraba y de repente habló. ¡ Así es mira las palmas de las manos ; y se las mostró habían huellas de clavos, y también en ambos pies y su frente también tenía heridas como si se hubiera estado peleando con un gato, penso el niño. ¿Quien te hizo estas heridas; él contesto el” hombre”, son heridas de amor y perdón. ¿ Y has perdonado a los que te hicieron tanto daño: ¡ Si a todos¡ y ¿Porque eres una estrella fugaz?; ¡ Porque mi misión es recorrer todos los rincones del mundo y perdonar a aquellos que hacen daño a los demás y llevar amor a los que lo necesitan.
¿ Puedo besar tus heridas dijo el niño si te duelen?: no hace falta tu eres limpio de alma y tu amigo también; seguir contando estrellas todas ellas no son más que la luz de aquellos que por una razón u otra se fueron antes. Si buscais a vuestros abuelos a cualquier ser humano lo encontraréis entre las estrellas. Dicho esto las dos estrellas fugaces partieron, no sin antes dar las gracias por haberles dejado descansar en su jardín, la segunda estrella fugaz les dijo algún día jugareis en mi jardín.
TOMAS CANO