El apóstata

Por fin nos empiezan a llegar noticias positivas en el transporte aéreo mundial y eso conlleva noticias positivas para el turismo. En estos días la compañía Boeing ha publicado su outlook para los próximos años con lo que nos podemos acostar con noticias positivas, en especial los necios que podrán crear de nuevo sus castillos de arena y enriquecerse de una manera vil.
Últimamente por motivos profesionales tengo que viajar constantemente hacia Sudamérica y por la península ibérica. He quedado gratamente impresionado por el servicio del ave de Renfe, servicio impecable, puntualidad, limpieza, catering y trato agradable en cualquiera de sus clases. Tengo entendido que algunas voces que pertenecen al transporte aéreo están irritadas porque el Ave compite con el avión con dinero público. Mi mayor deseo es que el Ave llegue pronto a Ceuta y Melilla y evitar de esta manera tener que coger el avión.
También he tenido oportunidad de viajar con Balearia. Cada día las compañías navieras lo tienen más difícil para dar una respuesta al resto de medios de transporte y son las únicas que no evolucionan; como muestra de lo que digo el Sr. Adolfo Utor Martínez (presidente de Balearia) manifiesta en la revista de a bordo lo siguiente: “Los nuevos ferries dan una respuesta de gran calidad a las demandas más exigentes”. Estas palabras te calman el pálpito por subir al salón neptuno del barco Ramón Llull con dos maletas y prácticamente asfixiado, todo el mundo te mira porque el color de tu cara es cetrino.

Yo creo que al final de la escalera deberían poner un marinero con polea para las maletas y los discapacitados. Pero no termina aquí la sorpresa. Entre medio de transporte y medio de transporte me alojo en un hotel de gran lujo en Barcelona invitado por una gran compañía; me acerco al bar, pido un ron sin hielo en la terraza y el camarero lo trae con hielo. Le pido cortésmente que lo retire de la copa lo cual él hace diligentemente acercándose a una enorme maceta cuya planta no puedo describir y deja caer el mencionado hielo. Le pregunto con curiosidad donde estudió para llegar a un hotel de esta categoría y me responde orgulloso que en la escuela de turismo y hostelería, vamos, en esas escuelas pertenecientes a los gobiernos autónomos. Me callo y comprendo lo que significa eso porque conozco en general la clase de profesores que imparten enseñanzas en esas escuelas.
Cómo es mi costumbre, durante los viajes escribo todas las anécdotas que me ocurren en mi libreta ‘moleskine’ y no quiero dejar de escribir lo último que anoté en ella, me pregunto con curiosidad si la terminal 1 del Aeropuerto del Prat será suficiente para el ego de los catalanes pero yo creo que no porque después de las tres copas y de ser más que el Madrid eso les seguirá impidiendo como he dicho siempre ver más allá de sus narices. Quieren convertir Barcelona en un hub mejor que el de Madrid pero no se dan cuenta de que ni saben, ni entienden cómo conseguirlo. Para ello, Spanair ha contratado a un director general inglés; eso me recuerda que cuando voy a un restaurante en Barcelona y me hablan en catalán yo siempre contesto en inglés, debe ser algo que llevamos en la sangre los catalanes, no creo que los catalanes y menos los que dirigen Spanair tengan la visión de que en los 100 años de historia de la aviación, el transporte aéreo se ha convertido en la primera actividad económica mundial.
Sus tres grandes contribuciones son: 8% del PIB mundial, contribuir en un 25% al comercio mundial y producir 30 millones de puestos de trabajos directos. El efecto arrastre que provoca en otros sectores es de una inversión del 325% la suya y generando 6 puestos de trabajo externos por cada 1 propio. Todo esto que les he contado es para troncharse, oigan. Si no fuera tan triste y tan grave.

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