Dónde están los políticos y funcionarios que he conocido en mi trayectoria profesional de más de treinta años en el transporte aéreo, no solo del partido de derechas, pero también de izquierdas que tenían una afinidad con el transporte aéreo español, y una voluntad de ayudar a las compañías aéreas ha expandirse crear empleo y desarrollar una de las carencias de este país que no es otra que la movilidad, por que infraestructuras tenemos muchas y muy buenas.
En las compañías aéreas se respira temor ante AESA la agencia estatal de seguridad aérea del Ministerio de Fomento.
Cualquier emprendedor que quiera crear una compañía aérea en nuestro país tendrá que esperar pacientemente y gastando millones un año o más cuando antes podías conseguirlo en seis meses. Pero lo peor es que si una compañía aérea quiere incoroporar un avión a su flota puede esperar eternamente aunque como en el caso de Vueling, necesite urgentemente su incorporación.
Estos burócratas y gobierno no tardarán en llevarnos a la quiebra de confianza y económica, aunque ya estamos en el” barber pol”.
La ministra Ana Pator pasará a ser la ministra que más inpedimentos pone al transporte aéreo español, por no dotar de más recursos humanos y económicos a AESA.
Y aquí no pasa nada, porque las compañías aéreas no se atreven a mencionarlo siquiera.
¿Que política aeronautica tenemos?; mediocre la ministra debería dedicarse a la medicina que es lo suyo.
La ministra quiere sancionar a Vueling, y probablemente tenga razón pero debería dar explicaciones muy claras antes de imponer esa sanción que hace Fomento porqué cosas o casos como los de Vueling no se repitan.
En Vueling le echan la culpa de todo a Alex Cruz esto me recuerda esta histora:
Cuentan que cuando Nikita Khrushchev dejó de ser el primer Secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética, escribió dos cartas, las cerró y las lacró. Dejando también una nota manuscrita a su sucesor Leonidas Brezhnev, que decía lo siguiente:
“A mi sucesor: Cuando en el futuro se encuentre en una situación desesperada para la que no encuentre solución, abra la primera carta y haga lo que en ella le digo. Si más adelante se encuentra de nuevo en una situación delicada, sin escapatoria, abra la segunda carta”
Brezhnev se encontró en una situación delicada, y recordó las cartas. Abrió la primera, que tan sólo decía:
“Écheme las culpas de todo”
Así lo hizo Brezhnev, culpando a Khrushchev de los problemas, todo se aplacó y se solucionó sin más dejando el campo libre de problemas para el futuro.
Sin embargo, unos meses después, Brezhnev se encontró con otro problema para el que no encontraba solución. Recordó la segunda carta, y la abrió, para encontrar una solución. La carta decía:
“Siéntese, y empieza a redactar dos cartas iguales a las que te dejé…”