No se puede conocer al amigo en la prosperidad. Ni en la adversidad se puede esconder el enemigo. En la prosperidad de uno sus enemigos se entristecen. Pero en tu desgracia aun el amigo te abandona. No confíes en tu enemigo jamás. Porque su maldad lo mismo que el cobre oxida. Nubes y viento pero sin lluvia. Tal es el hombre que ufanamente da, pero no da. Al final todo lo que pido es morir anciano y colmado de días.