El piloto

El hombre observó al niño, solo en la sala de espera del aeropuerto, aguardando su vuelo. Cuando el embarque comenzó, el niño fue colocado al frente de la fila de pasajeros, para entrar y encontrar su asiento antes que los adultos.
Al entrar al avión, el hombre vio que el niño estaba sentado al lado de su asiento. El niño fue cortés cuando conversó con él y enseguida comenzó a pasar el tiempo pintando un libro. No demostraba ansiedad o preocupación con el vuelo, mientras las preparaciones para el despegue estaban siendo realizadas.
Durante el vuelo, el avión entró en una tempestad muy fuerte, lo que lo hizo balancearse como una pluma al viento. La turbulencia y las sacudidas bruscas, asustaron a algunos pasajeros. Pero el niño parecía encararlo todo con la mayor naturalidad. Una de las pasajeras, sentada del otro lado del pasillo estaba preocupada con todo aquello y preguntó al niño. ¿No tienes miedo? No señora, no tengo miedo, respondió él, levantando los ojos rápidamente de su libro de pintar. ¡Mi padre es el piloto!
Existen situaciones en nuestra vida que nos recuerdan un avión pasando por una fuerte tempestad. Por más que lo intentemos, no conseguimos sentirnos en tierra firme. Tenemos la sensación de que estamos colgados del aire, sin nada para sostenernos, para asegurarnos, en qué apoyarnos y  que nos sirva de socorro. En estas horas debemos recordar con serenidad y confianza que nuestro padre es el piloto.

El hombre observó al niño, solo en la sala de espera del aeropuerto, aguardando su vuelo. Cuando el embarque comenzó, el niño fue colocado al frente de la fila de pasajeros, para entrar y encontrar su asiento antes que los adultos.
Al entrar al avión, el hombre vio que el niño estaba sentado al lado de su asiento. El niño fue cortés cuando conversó con él y enseguida comenzó a pasar el tiempo pintando un libro. N
o demostraba ansiedad o preocupación con el vuelo, mientras las preparaciones para el despegue estaban siendo realizadas.
Durante el vuelo, el avión entró en una tempestad muy fuerte, lo que lo hizo balancearse como una pluma al viento. La turbulencia y las sacudidas bruscas, asustaron a algunos pasajeros. Pero el niño parecía encararlo todo con la mayor naturalidad. Una de las pasajeras, sentada del otro lado del pasillo estaba preocupada con todo aquello y preguntó al niño.
¿No tienes miedo? No señora, no tengo miedo, respondió él, levantando los ojos rápidamente de su libro de pintar. ¡Mi padre es el piloto!
Existen situaciones en nuestra vida que nos recuerdan un avión pasando por una fuerte tempestad
. Por más que lo intentemos, no conseguimos sentirnos en tierra firme. Tenemos la sensación de que estamos colgados del aire, sin nada para sostenernos, para asegurarnos, en qué apoyarnos y  que nos sirva de socorro. En estas horas debemos recordar con serenidad y confianza que nuestro padre es el piloto.

El comandante Van Zanten

Miro desde la terraza y contemplo el mar. Me  parece ver reflejados en él los rostros de todos aquellos que hace 31 años vivimos la triste experiencia del desastre de Tenerife de los Jumbos de KLM y PAN AM.
A alguno le parecerá que no es momento de recordar tragedias como aquella, porque las tragedias de los otros son siempre de una banalidad exasperante. Aquella tarde de domingo del 27 de marzo de 1977, no fue la mejor tarde del Comandante del avión de KLM, Van Zanten, aquella tarde fue como la historia de Oscar Wilde ‘La Mascara de la muerte roja’. Hoy solo quiero tener un recuerdo para todo el pueblo de Tenerife, para sus gentes que se volcaron ante la tragedia y para mí mismo, porque la vida es simplemente una colección de momentos, esos momentos que no se borraran de mis pupilas en toda la vida.
Quisiera recordar a todos aquellos que hombro con hombro hicimos cuanto pudimos por socorrer a aquellas pobres gentes que venían hacia nosotros desde el avión de la PAN AM, como fantasmas, perdidos en aquella isla en medio del océano.
Todavía mantengo en mi mente la figura del Comandante del avión americano viendo el desastre con la camisa fuera de sus pantalones y fumando un pitillo: era el Comandante Victor Grubbs, hombre de 57 años y con más de 21.000 horas de vuelo que no podía creer lo que estaba viendo. En aquellos momentos se nos iba en llanto el alma por la tristeza, pero al final todos descubrimos lo mejor de las gentes de Tenerife y esto permanecerá por siempre en mi corazón

Los pilotos, gente casi siempre anónima

Una vez pidieron a uno de los hermanos Wright que hablara al público al final de una fiesta. “Señores, dijo uno de los inventores del aeroplano, el único pájaro que habla es el loro. Pero el loro prácticamente no vuela”.
¿Cuál es el entrenamiento que se brinda a los pilotos de las compañías aéreas?
Tras el acceso de un piloto a una línea aérea se inicia un proceso de instrucción y supervisión continuado.
Todo da comienzo con el inicio del Curso de Conversión al Operador, durante el cual los pilotos reciben todo tipo de formación respecto de las políticas de la compañía, el entorno de la operación y especialmente el curso de habilitación de tipo. Durante este último se distinguen dos fases: teórica y simulador.
La fase teórica consiste en un curso de aproximadamente un mes de duración, donde los pilotos estudian detenidamente la aeronave a operar, sus limitaciones, procedimientos normales anormales y de emergencia.
La fase de simulador consta generalmente de no menos de 30 horas a bordo de estos aparatos que simulan con total precisión el vuelo real de la aeronave y sus movimientos. Dichos artefactos reproducen fielmente el comportamiento del avión en situaciones de emergencia, permitiendo a los pilotos adquirir el nivel de pericia necesario para salvaguardar la aeronave y sus pasajeros en caso de que se dieran imprevistos durante un vuelo real.
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