LOS PODEROSOS

Alguien dijo en una ocasión: ” Para la paz como para la guerra, para coser y descoser la vida, nunca los poderosos de este mundo necesitaron nuestro parecer”
Nos afanamos toda la vida en buscar la victoria, sobre los otros, no importa con que medios,  que ironía, buscar la victoria de esta forma  para que algunas veces la derrota, nos golpee, de forma idéntica a como nosotros hemos golpeado a los demás . Porque  la victoria en esta vida será siempre del último que se pudra.

CIELO PURO, VIENTO NULO

La figura del aviador, me parece que esta expuesta en un gran bazar, para su venta.
Las compañías de navegación aérea, se han convertido en anunciantes, no de sus servicios, todo lo contrario, porque carecen de ellos en general. Nos muestran a aviadores jovenes de veinte uno o veinte y dos años como si estuvieramos en un gran mercado. Jovenes que deberían estar todavía en la universidad, o en periodo de formación interna en la propia linea aérea. Jovenes que no han llegado a recorrer como aviadores ni cien kilometros de estepas, más desiertas que un océano. Pilotos estos que no saben lo que es la eternidad de un instante, ni han alcanzado la identificación del hombre con su avión, no porque no sepan, todo lo contrario por falta de tiempo. Están empezando ahora  a distinguir, como desde el cielo la tierra parece el cielo, y sus luces las estrellas.
Las compañías ya no encuentran su orgullo en sus servicios, cuando publican estan imagenes de jovenes. Deberían avergonzarse y buscar la humildad, y  si no encuentran dentro de su empresa algo  que merezca la atención de sus usuarios, es que carecen del don de la creatividad y de un inventor de gran imaginación.

LA VIDA, ALGO MAS DE LO QUE VEMOS


Esta historia real transcurre en Amman, capital de Jordania. Un joven llamado Ahmed que vivía en compañía de su madre en unos de los barrios antiguos de esa ciudad.
Ahmed tenía 28 años, había estudiado medicina y exultaba alegría por todos los poros de su cuerpo, ya que había obtenido, una beca para estudiar en Estados Unidos y así, poder especializarse en aquel país. Sus sentimientos estaban divididos entre la felicidad de aquella gran noticia, que le brindaba un futuro mejor, el sabor era agridulce, porque también sentía algo de tristeza , por tener que abandonar su tierra natal y en especial a su anciana madre.
No dejaba de repetirse a si mismo que el hombre feliz; no es aquel que lo parece a los demás, sino quien así se considera, el se consideraba un hombre feliz.
Se repetía a si mismo: mañana volaré a mi nuevo hogar y trabajaré duramente, hasta que pueda conseguir que mi madre venga a vivir conmigo. Se encontraba en la cima de su carrera y todo le parecía posible. Aquella era su última noche en Amman, y decidió pasarla con sus compañeros y amigos con lo que se convirtió en una larga y cálida despedida, que duraría hasta bien entrada la noche.
Regresó a su casa y durmió serenamente, cargado de esperanzas. Amaneció a las pocas horas después de acostarse .
Su madre se levantó y como acostumbraba hacer todos los días, se fue a su trabajo, cosía ropa en un local cercano a su casa.
El aeropuerto también vivía el amanecer, con esa actividad frenética, que generalmente tienen todos los aeropuertos del mundo. El Boeing 707, con destino New York, se hallaba en el parking numero 12 y en el se encontraban los mecánicos que finalizaban la “daily check”. La tripulación de ese vuelo llegó en hora y la carga de combustible había finalizado.
Mientras tanto en la terminal, los primeros pasajeros del vuelo empezaron a llegar y eran facturados. Poco a poco, todas esas piezas que hacen posible que un avión pueda despegar, se iban cumpliendo. La tripulación estaba lista y la aeronave también y los pasajeros fueron embarcados a tiempo, para salir en hora. El comandante del vuelo recibió su slot que tenía asignado el Boeing 707, hacía New York.
Una vez finalizado el embarque, el piloto pidió permiso para rodar hasta la cabecera de pista. Pasados unos minutos el control le autorizó a despegar hacia su destino. El avión se desplazó velozmente sobre la pista, hasta que alcanzó su velocidad de despegue, la torre contactó con el avión para que comunicara con el centro de control.
Durante el proceso de ascenso el avión desapareció del radar. En unos minutos el control aéreo,  declaró el estado de emergencia y al cabo de un tiempo que les pareció a todos interminable,  los peores augurios se convirtieron en realidad. El avión había desaparecido en pleno vuelo.
Mientras tanto en la ciudad, todo continuaba igual. La madre de Ahmed estaba cosiendo en el pequeño local, dónde trabajaba y en el que tenían encendido un viejo televisor. De pronto la madre, no pudo apartar sus ojos del mismo, cuando en directo empezaban a llegar, las primeras imágenes de la catástrofe. Dejó su máquina de coser y todo su cuerpo se paralizó. Al cabo de unos minutos, su primera reacción fue levantarse y salir de  forma enloquecida hacia su casa. Su pecho latía a gran velocidad y le oprimía, y sudaba copiosamente, cuando llegó a la puerta de su casa, no atinaba a abrirla, sus manos le temblaban, cuando por fin consiguió abrirla, vio que el equipaje de Ahmed estaba en el salón. Aún en esos momentos de confusión, comprendió que su hijo había perdido el avión y de repente le invadió una sensación de cierta tranquilidad., corrió hacía la habitación dónde dormía su hijo, gritando su nombre; ¡Ahmed levántate quiero que veas lo que ha pasado¡; pero por más que gritaba su hijo no respondía, cuando abrió la puerta de la habitación, vio que su hijo estaba en la cama, se acercó hasta él para acariciarle y abrazarle y decirle con sus  palabras, quepor cierto  le salían a borbotones desde lo más profundo de su corazón que se había salvado de aquella tragedia. Pero cuando tuvo a su hijo entre sus brazos se dio cuenta de que Ahmed estaba inerte, había  muerto.
TOMAS CANO

THANATOS

El ser humano alcanza edades desconocidas  desde hace años, cierto es que la longevidad es parte de nuestro siglo.
En las empresas, se rechaza y lo digo en Linkedin que es una red profesional, cuando se cruza la barrera de los 50 años y de ahí hacia adelante.
¿Porque un hombre debe inescusablemente cuando alcanza los 65 años jubilarse?
¿Porque no tenemos la opción de que  cada uno, se retire en función de su capacidad, intelectual y física?
La juventud no debe jamás estar reñida con la experiencia, deben coexistir por el bien de la sociedad. Ambas son importantes en la vida cotidiana y en las propias empresas.
Cuando un hombre se retira, salvo que tenga un hobby, y yo lo dudo entra en la fases de, negación,ira, negociación, depresión y aceptación, y no siempre por este orden. Muchos dirán estas fases son para cuando tienes una enfermedad terminal. Que más terminal que te manden a casa sin esperanza.
Comprendo que hay profesiones, que fisicamente agotan, y uno lo que busca es un buen y merecido retiro.Lo aplaudo.
Pero para mi las palabras de Plinio el Viejo, tienen hoy en día un gran valor:
“Hasta ahora es insegura la capacidad del hombre para determinar cuando alguien a muerto”. Pero los responsables de las empresas y sus colegas de RRHH, no lo entienden ni saben quien era Plinio.
Muchos son los que se ven obligados a una jubilación prematura, como si fuera un enfermo terminal, y entra a formar parte sin tener enfermedad digna de destacar a ser parte de la Tanatologia.
Del Griego Thanos (muerte), Logia, (Estudio).
Nos obligan a enfrentarnos no con nuevos retos, con objetivos, con sueños, con ilusiones, con fuerza para comenzar de nuevo, cualquier aventura proofesional, nos mandan con todo un  cariño, extraño en este caso,  y después de que algunos afortunados reciban un obsequio por los años trabajados, a CASA. Quedate en casa te lo mereces. Mereces ir al Thanatos.  Si tienes familia puedes amortiguar el golpe, si no la tienes, entonces estas ya en “fase terminal”: aunque no estés enfermo.
Porque nos dan por muertos, cuando podemos aportar tanto a la sociedad, porque nos relegan a enfrentarnos, con la depresión, la negación (esto no es posble que me pase a mi), y a la forzosa aceptación de que es el fin , de que ya no hay nada más, y por último a la aceptación. De una realidad que en muchos casos es creada por la propia sociedad.
Aunque vivos estamos muertos y solo nos espera al final de los años  la”tierra húmeda”; en una alcoba estrecha.
Dónde nuestro reloj marque las horas que marque,  ya no nos importan, ni tienen ninguna relevancia para nosotros. Eso si nos dejan el reloj puesto.
Mientras los líderes, teóricos de nuestras empresas, se sinten satisfechos de haber limpiado, su empresa de personas,  que a su entender, no sirven, no son convenientes, solo cuentan cosas que les han ocurrido, batallas estúpidas y eso que les a ocurrido, y sus batallas,  yo lo llamo EXPERIENCIA. Algo que solo se alcanza, con dedicación profesionalidad, amor al trabajo y a tus semejantes, ilusión sueños, liderazgo, fe ciega.
Pero que nadie olvide que la fé ciega debe tenerla uno consigo mismo, no fe ciega en las empresas esas pueden mandarte a casa, cuando esa fé ya no les importe en absoluto. Viejos, Viejos son los trapos.

SOLDADO

El servicio militar, era una obligación, en mi País.
Es una experiencia, que nadie olvida. Unos por que lo pasaron de forma muy divertida, discreta,  y otros por que era una verdadera tortura.
Yo fuí un pésimo soldado, más bien diría un desastre.
Cuando me incorporé, lo primero que hice fue recoger mi uniforme militar, tanto el de campaña, como el de calle. Recuerdo que un cabo, con una sonrisa, y mirada no excenta de sorna, nos miraba de arriba a abajo, ya que no hay que olvidar que también te dan gorra. Y sin más te daba la dichosa uniformidad, cuando te la entregaba reía a mandíbula batiente, mostrando que le faltaban algunas piezas dentales.
¡Si no es de tu medida cambialo con un compañero¡
Yo era y sigo siendo un hombre, poco parecido a un “marine”; con lo que encontrar unos pantalones que pudiera utilizar me costó casí llegar a peguntarle al Coronel.
En fin mi paso, como he dicho antes no es digno de mencionar. En el campo de tiro le daba a todo menos al objetivo fijado.
Cuando desmontabamos el fusil de asalto, un Cetme, siempre me sobraban piezas, en fin el famoso e historico fusil Cetme, no merecía unas manos tan desastrosas.
Por fin llego el día de paseo por la ciudad, nos advirtieron los mandos lo importante de que nuestra uniformidad fuera impecable, de lo contrario la policia militar, podría recogernos por alguna calle y enviarnos de nuevo al campamento.
Y así fué y así sucedió. Salí con mis compañeros de paseo. Abandonar el campamento significaba atravesar un camino de piedras tierra y barro.
Como se pueden imaginar el día anterior había llovido, y ese camino complicado se convertía en un campo de minas, gracias a los charcos. Yo metí ambos pies en uno de ellos, anduve por algunas calles paseando mi magnifico uniforme con unos zapatos que al principio eran negros y ahora marrones.
Los mandos del ejercito al frente del campamento de instrucción decidieron ayudarme y consiguieron a duras penas enviarme a sanidad, dónde permanecí asigando a un destacamento militar de la Cruz Roja.
Afortunadamente, a mi me pareció una gran suerte y en parte lo fué porque aprendí a ayudar, curar, trabajar en equipo, y palpar de forma directa los problemas humanos, ayudar en accidentes, en fin fue muy importante para mi moral deteriorada después del campamento.
Recuerdo una ocasion en la que nuestro  Teniente, nos ordenó recoger una  persona fallecida en el hospital y trasladarla a su domicilio, Tarea improba porque a veces y recuerdo una en particular,  que la camilla no podía subir hasta un cuarto piso y sin ascensor. Se nos ocurrió sentar al cadaver en una silla, y subirlo planta a planta, y tomar un respiro en cada rellano. Yo iba detras cogiendo las patas de la silla y el fallecido me miraba, con ojos cerrados yo creo que con temor de que llegaramos a dejarlo caer. En cada rellano que poníamos la silla apoyada en las cuatro patas el cadaver, se inclinaba hacía mi yo le sujetaba poniendole la mano en el pecho, pero seguí teniendo la sensanción de que su movimiento no era más que el de agradecimiento por haber consegido llegar un piso más arriba.
L a Cruz Roja, es un oranismo que merece el máximo respeto, yo solo  cuento anecdotas que yo viví. Por otra parte solo me resta agradcerles que hubieran hecho un hueco a un soldado, que en el campamento era más peligroso que “Rambo”. Ellos me enseñaron a curar y a amar al projimo.

EL MEDICO

Franz, era un joven estudiante, educado en un colegio de jesuitas .Pronto su vocación fue hacerse sacerdote, pero la llegada al poder de Hitler, le trunco sus sueños.
Fué alistado forzoso y enviado a Polonia. Por desgracia o fortuna, enfermó de una extraña infección grave en los pies, que le impidieron ir al frente.
Fué traslado a un  hospital en  Polonia, dónde un médico alemán, pero antagonista a las políticas de Hitler, le fué alargando la estancia en el hospital al joven Franz a causa de sus pies.
Un día conversando con su doctor, este se interesó por sus estudios y su futuro. El al no poder andar,  ya que  lo hacía en silla de ruedas y como se aburría le pidió al doctor poder acompañarlo en sus visitas a los pacientes. El doctor no tuvo inconveniente y le pareció una buena  idea que le acompañara en sus visitas a los enfermos y heridos,  por lo menos se mantendría ocupado. Pronto el doctor reconoció que su acompañante en silla de ruedas tenía cada día que pasaba mas interés en la medicina y mostraba ciertas habilidades para la misma, con lo que al final lo animó a que acudiera también a las clases que se daban, en el hospital para formar nuevos médicos.
Franz, no regreso al ejercito ni tuvo que luchar en el frente. Con los años se convirtió en médico. Un gran médico alemán que llego a estar propuesto al Nobel y que el rechazó.
Fe, entusiasmo, amor, lucha, humildad, liderazgo, fe ciega en su cristianismo,   fueron unas pocas de las cualidades de esa gran persona, aparte de llegar a ser un gran hombre de la medicina en su País.
No necesitó, que nadie le explicara, lo que signioficaba, liderazgo, ni tuvo que escuchar a Gurus, toda esa parafernalia que necesitamos hoy para poder sobrevivir en una sociedad enferma, de stress, ansiedad, y falta de fé, en nosotros mismos y en los demás. Sociedad que necesita que nos hablen y nos expliquen lo que es obvio. Que nos explique la filosofía, algo que la sociedad ha perdido, porque no lee lo suficiente.
Una sociedad, que necesita a su psicologo, como la aspirina, diariamente, y que dificilmente alcanzará su objetivo final, que no es más que ser felíz en la vida, y por descontado una sociedad, dónde los reconocimientos, no ya del Nobel, sino de la propia sociedad le son esquivos.
Franz, dirigió diferentes hospitales, y para suerte para él y sus colegas y colaboradores, no necesito la ayuda de charlatanes.
Si alguién quiere ver y sentir en su propia alma, lo que es liderazgo, le recomiendo se siente por unas horas en la sala de urgencias de un hospital, y entoces y solo entonces entenderá lo que es o significa, liderazgo, trabajo en equipo, etica, honor, sacrificio, amor a su profesión, en esa área de un hospital, no tienen cabida los Gurús.
 

TANGO ROMEO

Todas las mañanas me acercaba hasta el pequeño aeródromo situado a escasos kilómetros de la capital, pero esa mañana tenía algo de especial y no podría decir por qué. El día era de un hermoso azul, y el sol empezaba a ascender. Dejé mi coche en el pequeño aparcamiento que había justo al lado del hangar, bueno de los hangares, aunque solo uno estaba abierto, con el fin de enseñar a volar a todo aquel que se acercaba con esa pretensión.
Todos los aviones que había se guardaban en ese hangar hasta que el jefe de pilotos mandaba sacarlos a la pista de estacionamiento y a cada alumno se le asignaba un profesor, y lógicamente el avión en que iba a pilotar ese día, todo se convertía en un ir y venir de personas, mecánicos, profesores y alumnos.
Dentro del hangar había una vieja mesa con varias sillas de madera en una de las cuales yo me sentaba tranquilamente y me consideraba un espectador de excepción viendo cuánto sucedía a mí alrededor.
Los aviones empezaron a producir un ruido ensordecedor, ya que paulatinamente sus pilotos iban poniendo los motores en marcha, era una especie de precalentamiento. De repente los profesores subían a bordo y después de abrocharse los cinturones, cada una de esas aeronaves se iba dirigiendo a la pista de vuelo para poder despegar, lo que hacían uno detrás de otro con un gran orden como si alguien fuera dirigiéndolos desde algún lugar recóndito. Todos escogían la misma pista, antes de salir del aparcamiento todos miraban hacia arriba de una forma mecánica por encima del hangar, donde había una manga como las que se utilizaba antiguamente para hacer café y que indicaban la dirección en que soplaba el viento. La manga era de color rojo y blanco y aquel día estaba hinchada por un viento invisible.
Una vez que todos los aviones estuvieron en el aire, me quedé solo oyendo a lo lejos el murmullo de una frecuencia de radio por el que al parecer todo el mundo hablaba y un joven mecánico les iba contestando en una conversación que yo no entendía, con todos y cada uno de aquellos pájaros que estaban volando en aquel cielo azul que irradiaba algo mágico aquel día.
De repente alguna de aquellas aeronaves empezaron a aterrizar y volver a despegar sin pausa, uno tras otro, era como los viejos espectáculos que se hacían en EEUU en esas exhibiciones que uno solía ver en el cine. Todos se aproximaban con unas maniobras casi perfectas y regresaban de nuevo a su medio que era el cielo.
De pronto se me acercó un hombre que me despertó por un momento de aquel mundo fascinante en el cual yo estaba sumido. Era una persona de gran estatura con unos modales de militar y facciones serias, pero que despertaron mi interés cuando me preguntó que hacía en aquel lugar, si era piloto o estudiante a lo que contesté que no, que simplemente sentía fascinación por lo que estaba viendo, y procuraba verlo siempre que mi trabajo me lo permitía.
¿Le gusta la aviación? ¡No sabría que responderle señor!, dije con toda humildad y con cierto temor ya que era un polizonte allí dentro, ¿Cómo te llamas? Su rostro fue haciéndose cada vez más agradable y empezaba a esbozar una sonrisa, le contesté como me llamaba y que lo que me traía muchos días a aquel lugar era esa fascinación hacia ese mundo que había descubierto cuando tenía doce años.
¿Quieres ser piloto?, claro, le contesté sin vacilar, pero no tengo dinero suficiente para hacer el curso. De nuevo esbozó una sonrisa y me dijo – realmente debe gustarte mucho, ya que hace meses que te veo venir con asiduidad por aquí, de repente me dijo ¿Te gustaría probarlo?, yo lo miré con una cara que creo le demostró mi entusiasmo con la idea, pero de nuevo le repetí que no podía permitírmelo, el hombre se quedó pensativo durante un tiempo y me espetó –Espera un momento, voy a ver si hay algún instructor libre ahora, yo le interrumpí y le dije, francamente no quiero causarle problemas, no sea que venga el gran jefe y estemos en un aprieto los dos y en especial usted, nuevamente me sonrió y me dijo: Yo soy el jefe, soy el Coronel Amaro, y el jefe de esta base, deja que te haga una prueba y luego seguiremos hablando ¿te parece bien? A lo que asentí con la cabeza por que se me habían acabado las palabras por la emoción de lo que aquella persona a la que no conocía me estaba proponiendo.
Desapareció de mi vista y se fue en dirección a una pequeña oficina que había en el interior de aquel enorme hangar donde por cierto todavía dormían algunos aviones. De repente percibí cierto movimiento de los mecánicos y empezaron a mover un avión hacia la plataforma de aparcamiento, y sacaron un avión modelo I-111, una aeronave de escuela que llevaba pintada las letras en su cola EC-BTR. De nuevo apareció el coronel que en esta ocasión iba acompañado de otra persona a la cual me presentó diciéndome: Este es el capitán Blasco, es el jefe de instructores y vas a hacer un vuelo de prueba con él. De repente percibí que no sentía mis piernas y notaba que mi corazón me golpeaba fuertemente en la garganta. El capitán Blasco no esbozó sonrisa alguna simplemente me indicó con la mano vamos súbete al “TANGO ROMEO” y francamente debo decir que me costó seguirle porque como ya he dicho antes me costaba mover mis piernas. Subí al avión y me senté a la izquierda y él utilizó el asiento de mi derecha. De repente empezó de una manera mecánica pero con gran orden a indicarme como había que ponerlo en marcha. De pronto un mecánico se acercó por delante nuestro y le gritó a mi inesperado profesor, “Calzos puestos” y empezó manualmente a dar vueltas a la hélice en sentido contrario a las agujas del reloj, luego gritando de nuevo dijo “Magnetos en On”, y empujó la hélice en el sentido opuesto a como lo había hecho antes. El motor arrancó con ciertos estertores y la hélice empezó a girar, durante unos minutos estuvimos parados con el motor en marcha, hasta que de pronto el capitán grito de nuevo “Calzos fuera”, el mecánico obedeció y cuando se hubo retirado del alcance de nuestro avión, empezamos a movernos suavemente por la pista de hierba hasta la cabecera para despegar. Mi acompañante me indicó que fuera moviendo la palanca de potencia del motor suavemente, esto debe ser todo muy suave y debes mantener el avión centrado con la línea blanca que tienes en medio de la pista. Hice lo que él me dijo, fui dando potencia a aquel pequeño avión y de repente me gritó, cuando alcances los 70 kilómetros, tira suavemente de la palanca que tienes frente a ti y deja que el avión alcance velocidad suficiente para volar, no quieras subir de golpe hazlo nuevamente de forma suave. El avión empezaba a correr por aquella pista y cuando alcancé la velocidad queme dijo tiré muy suavemente la palanca, de pronto, sin poder creerlo estaba en el aire.
El avión ascendió rápido pero de forma paulatina y lógicamente él me ayudaba a conseguirlo, recuerda, me dijo, que el avión está hecho para volar y recuerda siempre que los aviones no se caen los tiran.
El espectáculo era maravilloso, de repente mis piernas tenían movilidad y me sentí como un niño feliz. Aquel instante decisivo marcó para siempre mi vida, me sentí distinto eufórico y tuve tiempo de admirar aquel cielo azul de aquel hermoso día mucho más de cerca. Ese es el recuerdo que todavía hoy perdura en mis pupilas y me juré a mí mismo no abandonar jamás ese mundo donde pude conocer a toda clase de pilotos incluso aquellos que eran poetas o escritores. Ese es un mundo que cuando te acoge en su seno no puedes abandonarlo jamás.
Por cierto, el curso pude pagarlo a pequeños plazos, porque tal vez lo hice bien y tenía el don de volar o simplemente porque aquel Coronel intuía que todo aquello que había vivido en unas horas, sería definitivo para mi vida, ese hombre del cual tuve el honor después de algún tiempo de su amistad, consiguió darle un sentido a mi vida y todo cuanto he hecho en el transporte aéreo, no cabe duda de que en gran parte se lo debo a él, al viejo Coronel.

MECANICO DE AVIACION

La oficina no tenía más de cuarenta metros cuadrados, era la habitación de un antiguo hotel, estaba ubicada a nivel de suelo con lo que podia uno contemplar el jardin que rodeaba el edificio, muy bien cuidado por cierto, y el aparcamiento de los aviones, la pista de vuelo, era lo único que uno podía ver antes de divisar la vegetación del otro lado del valle.
El aeropuerto se hallaba enclavado enntre una pequeña cordillera montañosa.
El día era triste había estado lloviendo desde la madrugada y no había cesado todavía, serían las cinco de la tarde cuando contemplaba sentado desde mi despacho todo cuanto acabo de describir.
Veía uno el ir y venir del personal, de las diferentes compañías aéreas, cada vez que llegaba un avión. En aquella época eran aviones de helices todo estaba planificado era fascinante ver lo que cada uno hacía.
Que mundo este el de la aviación, cuantas personas trabajan o dependen de él, y cuando uno indaga el porque de estar en esta profesión todo el mundo te contesta, que no pueden vivir sin el olor a queroseno.
Ese día había sido complicado para todos, los que trabajamos en nuestra empresa. pues se había averiado el avión que efectuaba los vuelos entre las dos capitales provinciales, llevaba algunos minutos mirando con especial atención a nuestros (TMA) o mecánicos, que estaban en jaque desde altas horas de la madrugada, intentando reparar el avión, bajo esa fina lluvia que llega a calar hasta los huesos y el frio. Recuerdo que hacía un par de horas les había llevado el café y veía como cogian la taza y se calentaban las manos con ella, con el fin de hacer que de alguna manera la sangre les volviera a circular por ellas o mitigar el frio.
Todavía recuerdo aquel viejo slogan que decía: “Solo el avión recibe más atención que Usted”.
Siempre he sentido una profunda admiración y respeto por esas personas que no tienen ningún protagonismo, nunca se les ve alrededor del avión, cuando los clientes suben a bordo.
En algunos aspectos de su profesión hay ciertos paralelismos con la profesión de médico. Ellos no curan, pero arreglas y solucionan las averias de los aviones y hacen posible que algo que no funciona y que debe transportar cientos de personas funcione. Uno se siente tranquilo sabiendo que están detrás del escenario.
Este es un País que suelo reconocer los méritos de las personas cuando ya no están con nosotros, pero debemos reconocer que el crecimiento en el transporte aéreo ha sido increíble, en estos últimos años y el nivel de nuestra aviación no tiene nada que envidiar técnicamente a ninguna de otro pais europeo o americano.
El trabajo de un mecánico de aviación a evolucionado en las últimas décadas, cada vez se trabaja menos en la intemperie y de forma manual, y hemos pasado a la sofisticación técnica, aunque todavía en alguna ocasión se ve uno obligado a trabajan como antaño. Con el desarrollo de los nuevos aviones hoy tienen un trabajo más unido a la informatica que a la llave inglesa, aunque todavía se use.
Quisiera que estas lineas fueran para aquellos que vivieron una época distinta, dónde el nombre era más importante que el número de empleado, pero también para aquellos que ahora empiezan, entran en una profesión apasionante dónde con tesón y cariño a su trabajo harán posible que esas máquinas de hierro, lleguen al rincón más inhospito de la tierra, haciendo posible con ello, que los pueblos estén cada día más unidos y sigan poniendo el corazón en su trabajo, porque como dijo Antoine de Saint Exupery ” Solo se puede ver correctamente con el corazón, lo esencial permanece invisible para el ojo”.
TOMAS CANO´

LOS LIDERES Y EL VALLE DE LA MUERTE

Lider, gran líder, gurus, escuelas de liderazgo, gurus empresariales, hay que escucharles, aquellos que realmente quieran pasar por una tarde, o por unas horas de los más entretenidas, escuchando a hombres, o mujeres henchidas de su propio orgullo. Muchos de estos personajes no digo todos, jamás han dirigido una empresa, pero son expertos en decirles, como triunfar en la vida, tanto social como laboral. Si alguien quiere saber lo que es liderazgo y lo que no lo es en absoluto debería leer, y luego pensar, sobre lo que le ocurrió a la Brigada Ligera. Espero y deseo que les sirva.
Caballeros de postín
Antes de adentrarnos en la batalla conviene que nos detengamos a analizar la personalidad de los mandos británicos que participaron en ella para comprender el porqué de su actuación. En el Royal Army aún se compraban los cargos, lo que suponía que no pocos incompetentes ocuparan puestos que superaban con creces sus habilidades, algo que unido a la falta de experiencia en combate de los elegidos para la campaña, y una red de rencillas familiares entre los mandos de la caballería, era un hándicap demasiado pesado como para que algo no saliese mal.
Lord Cardigan, dandy victoriano y perfecto botarate.
El comandante en jefe del contingente inglés, Lord Ranglan, era un afable anciano de 67 años que jamás había mandado a un solo soldado en el campo de batalla. Su carrera militar había transcurrido a la sombra del mítico Wellington, cuyo solo recuerdo parecía más que suficiente para que aquel hombre fuese designado para encabezar las tropas de la coalición y lidiar con los aliados franceses, cosa que siendo justos realizó con brillantez. Pero su falta de energía y su natural predisposición a no enemistarse con nadie resultaría a la postre fatídica para sus tropas. De los cinco jefes de división de infantería, cuatro tenían más de 60 años, lo cual evidentemente no es sinónimo de ineptitud pero sí que impregnaba al ejército de cierto aroma a lento y pesado dinosaurio. El quinto general, sin embargo, no contaba más que 35 primaveras, pero claro, era el Duque de Cambridge, primo de la Reina.
Qué decir.Media legua, media legua, Media legua ante ellos. Por el valle de la Muerte Cabalgaron los seiscientos. “¡Adelante, Brigada Ligera!” “¡Cargad sobre los cañones!”, dijo. En el valle de la Muerte Cabalgaron los seiscientos. “¡Adelante, Brigada Ligera!” ¿Algún hombre desfallecido? No, aunque los soldados supieran que era un desatino. No estaban allí para replicar. No estaban allí para razonar. No estaban sino para vencer o morir. En el valle de la Muerte cabalgaron los seiscientos. Cañones a su derecha, cañones a su izquierda, cañones ante sí. Descargaron y tronaron. Azotados por balas y metralla, cabalgaron con audacia. Hacia las fauces de la Muerte. Hacia la boca del Infierno cabalgaron los seiscientos. Brillaron sus sables desnudos, destellaron al girar en el aire, para golpear a los artilleros, Cargando contra un ejército que asombró al mundo entero: zambulléndose en el humo de las baterías. Cruzaron las líneas; cosacos y rusos retrocedieron ante el tajo de los sables hechos añicos. Se dispersaron. Entonces regresaron, pero no. No los seiscientos. Cañones a su derecha, cañones a su izquierda. Cañones detrás de sí, descargaron y tronaron; Azotados por balas y metralla, mientras caballo y héroe caían, los que tan bien habían luchado entre las fauces de la Muerte. Volvieron de la boca del Infierno. Todo lo que de ellos quedó, lo que quedó de los seiscientos. ¿Cuándo se marchita su gloria? ¡Oh qué carga tan valiente la suya! Al mundo entero maravillaron. ¡Honrad la carga que hicieron! ¡Honrad a la Brigada Ligera, a los nobles seiscientos!”
Lord Alfred Tennyson*

LOS OJOS

Sentados alrededor de una mesa de estilo inglés; mi amigo Elmar médico ejerciendo en los más inhospitos rincones de la tierra, me comentaba, como en una especie de soliloquio, mirada ausente, cabeza apoyada en sus dos manos. “Cuantos ojos he cerrado en mi vida”. ¡Espero que esos ojos fueran capaces de apagarse con los hermosos momentos vividos, y pudieran brillar de nuevo, con la luz que un día tuvieron al encontrar al “barquero que les esperaba con el fin de atravesar el rio hasta la otra orilla¡ Crees si hay algo más después ?, le pregunté, su cara palideció por unos instantes y no fuí capaz de sostener su mirada, ni tampoco recibí la respuesta que esperaba. ¡Los ojos cuando se cierran permanecen cerrados por siempre¡.