LAS ESQUINAS DE LA VIDA

Cada día que pasa, que dejamos atrás, no es más  que una esquina menos que evitar.
La vida esta compuesta de miles de esquinas, nunca sabemos lo que nos depararan las esquinas que nos quedan por transitar, con cada una de ellas nos golpeamos, nos dejamos la piel a jirones, caemos, tropezamos, nos levantamos y seguimos. En cada esquina hemos desgastado parte de nuestra vida, hemos perdido amigos conocidos y desconocidos, que nos acompañaban en esta loca carrera, por más que giramos nuestra cabeza para mirar atrás, ya no los vemos y por más que nos esforzamos en pensar que los volveremos a ver, porque tal vez se han retrasado, o que estarán al girar la próxima esquina, no es más que una entelequia, una quimera.
La vida, no es más que un largo camino sorteando esquinas, en la que nos dejamos la piel, la salud y al final la vida.
Algún día al girar una de esas muchas esquinas, nos desplomamos al suelo, y nos damos cuenta de que los que van a tu lado, no se paran a recogerte, no por falta de humanidad, simplemente por que no pueden parar, deben seguir su camino, deben seguir sorteando las esquinas que les quedan por recorrer, sin dejar de lastimarse, de sufrir.
Echo de menos a aquellos que no están ya caminando a mi lado y me ayudaban a levantarme, pero cuantas más esquinas recorro más solo me siento.
¿Destino, cuantas esquinas tienes para mi?; ¡Tantas como sean necesarias¡
¡Hasta que alcanzas la última¡; por que la vida no es más que un sinfin de esquinas y que nunca llegarás a verlas todas.
Solo tienes un connsuelo, enseñar a tus descendientes tus personas cercanas, como sortearlas, procurando que no se golpeen en ellas, enseñarles las heridas que te han producido las esquinas de tu vida, para que comprendan, que esas esquinas están construidas por la mente del hombre, para sufrimiento de otros hombres, y algunos hombres se recrean ya no recorren estas mismas esquinas que tu has recorrido, ellos están ya sentados en una de ellas viendo, y juzgando sin compasión las heridas de los otros, como caen y se levantan, y  si les miras a la cara puedes ver una  sonrisa de malefica satisfacción, de un ufano orgullo de ver el sufrimiento de los demás.
TOMAS CANO

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