EL GRAN BAZAR

Estamos inmersos, en las redes sociales: Facebook, Linkedin, Twiter, y un largo,  y demás o sobreentendido sistema de comunicación, comunitario, colectivo, general, e hipoteticamente benéfico.
Pero que pasa con las relaciones humanas, ese vínculo o nexo con nuestros semejantes. Se esta perdiendo, lo descuidamos, lo malgastamos, lo desaprovechamos. Ver el semblante del otro ser humano, la calidez humana.
La brevedad de nuestra existencia, nos impide tener confianza y seguridad en la vida.
La vida que es un acto de creencia, esperanza, fidelidad, confianza, convicción , credo, la malgastamos en  las redes con otros seres humanos, esos seres que son la esencia, de la humanidad. Del humanitarismo, benevolencia, bondad, piedad, caridad, altruismo, misericordia y filantropía.
Hemos perdido la fe: La creencia,esperanza,fidelidad,confianza, convición,credo e ideología. Hemos perdido nuestro conocimiento: O lo que es lo mismo que el entendimiento, inteligencia intuición,saber, competencia, y lo que es más importante ideas. La motivación, el acicate que nos ofrece la vida y no llegamos a alcanzar, el motivo de vivir, de luchar, contra las vicisitudes.
Las llamadas redes, son una organización una trampa, en total antagonismo con la humanidad, y nos impiden conocernos a nosotros mismos y a nuestros semejantes.
Hemos cambiado todo esto por aquellos que nos dicen que hacer, o como llegar a ser el lider, liderazgo, motivación emocional. Cuanto humo, que el viento se lleva.
Todo a cambio de olvidar el Conocimiento: el entendimiento, la inteligencia,la intuición, el saber, y por último las ideas, nuestras propias ideas. No las ideas de los demás.
Soy consciente de que estamos en la era de la, técnica o ciencia como quieran llamarlo. Y lo acepto y también la utilizo.
Si un hombre busca la dignidad y el esplendor, que olvide ambas cosas y busque la verdad, la humanidad,  y él encontrará ambas cosas. Dejemos descansar la tecnología.
¿Porqué’;  en cambio no buscamos más la  filosofía y le dedicamos a  Buda o a alguno de nuestros dioses, las lamparillas surcando nuestros rios sagrados, cargados de deseos y velas. Es una experiencia terapéutica de incalculable valor humano.

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